Llevan más de 50 años sirviendo de fuente de investigación en el campo médico y siguen como el primer día.
Se llamaba Henrietta Lacks. Llevaba una situación estable y las cosas parecían marcharle bien, hasta que se le diagnosticó cáncer de útero terminal. El tumor era tan maligno que su progreso dejó atónitos a los médicos y a Henrietta, con ocho meses de vida. Se intentaron todo tipo de terapias pero Henrietta murió en el hospital Jonh Hopkins a los 31 años de edad.
Esta podría ser una historia común, pero cuando el médico George Gey se hace con un cultivo de las resistentes células
extraídas del tumor de Henrietta y declara a los medios de comunicación
que tiene en sus manos el cultivo continuo de un tejido tumoral humano,
se hallan la primera línea celular inmortal de la historia.
Las observaciones de estas muestras celulares les habían llevado a una conclusión sorprendente: eran inmortales. Gey las bautizó como células HeLa.
Su particular característica las hacía muy atractivas para la
investigación médica. No se conocía ningún tipo de célula que pudiera
sobrevivir fuera del soporte vital humano y que se multiplicara
indefinidamente. Las células normales se dividen hasta
el llamado “límite de Hayflick” que en las células humanas es de unas cincuenta veces, pero las células HeLa continúan.
En cierto sentido, son inmortales.No envejecen, mientras se les proporcione el entorno adecuado siguen creciendo y dividiéndose, siempre que tengan nutrientes, oxígeno, espacio y algún medio de deshacerse de sus residuos.
Las células HeLa, además de poseer esta característica de multiplicarse eternamente, también presentan una resistencia inusual. Se dividen en 24 horas y doblan su número rápidamente. Son tan agresivas que pueden contaminar un cultivo
cualquiera con una sola célula HeLa.
A día de hoy los investigadores sospechan que su crecimiento agresivo y su resistencia a la apoptosis se deben principalmente a una combinación de papilomavirus 18
que produce una proteína que degrada p53 sin mutarla, y de alteraciones
varias en los cromosomas 1, 3, 5 y 6. Pero nadie sabe aún exactamente
por qué las células HeLa poseen estas características de supervivientes natas.
Jonas Salk y sus colaboradores lograron por primera vez hacer crecer el
virus de la poliomielitis en las prolíficas HeLa, lo que permitió
desarrollar un test de diagnóstico y la vacuna salvadora. Las células HeLa han estado presentes en destructivos ensayos atómicos y en los primeros vuelos al espacio, comprobando su resistencia a la gravedad cero.
Quien no las emplea para estudiar el cáncer o la fisiología celular, las utiliza como línea de control por su facilidad de cultivo y su docilidad de manejo.
Estas células que Henrietta “donó” sin saberlo (ya que su familia se enteró 24
años después) han contribuido a unos avances espectaculares en la
medicina y la genética. Estas células son sin lugar a dudas un tema interesante para la biomedicina.
muy interesante
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